¡Alerta!

Y de nuevo, ¡un nuevo fin del mundo! Sí, muchachos, esto se acaba. Eso parece según las últimas y alarmantes informaciones recibidas de los medios de comunicación. ¡Ya ha llegado! ¡Ya, sí! ¡Ya, por desgracia, está entre nosotros! ¡Ha llegado! Llevan semanas avisándolo y por fin ha llegado: ¡La ola de calor! ¡La ola de calor ya está aquí! ¡Y en verano! ¡¡Y es la segunda!! ¡Dios mío, ¿qué será de nosotros?! ¡Tomad precauciones! ¡No salgáis de vuestras casas, buscad la sombra, bebed mucha agua, no corráis, ni hagáis ejercicios, ni cometáis actos impuros en las horas centrales del día! ¡Esto se acaba! Que el Señor nos coja confesados…

No es por meter miedo, ellos, los medios, no lo hacen por eso… ¿o sí? No, no creo. Ellos lo hacen como un servicio a la ciudadanía (se les llena la boca con esta palabra), para avisar a sus queridos oyentes, televidentes y lectores (según sea el medio que escuchen, vean o lean), de los peligros que les acechan en la calle. No sé cómo nuestros antepasados lograron sobrevivir sin ellos, ni cómo hemos llegado muchos de nosotros hasta nuestros días sin informarnos del calor que iba a hacer antes de salir a la calle. Algunos estamos vivos de puritito milagro, como diría un mexicano.

Todos los medios sin excepción exageran el tema de esta ¿inaudita? segunda ola de calor con tal de ganar audiencia. De los medios privados, se entiende: tienen que vender. Obviamente no lo comparto: no todo vale. Los que no tienen perdón de Dios son los medios públicos: es incomprensible, nada profesional e incluso inmoral que traten de superalarmar a la audiencia. 

Y lo inaudito y digno de estudio es lo de los mapas del tiempo en la televisión. Las zonas calurosas van del amarillo al naranja y al rojo o rojooscurocasinegro según la intensidad de calor. Pues bien, algunos informativos ponen casi todo el mapa negro mientras recalcan de manera machacona e intimidante que tal zona está en alerta amarilla, la otra en alerta naranja y las peorcitas en alerta rojacasinegra. Y si las altas temperaturas traen polvo sahariano en suspensión, mejor que mejor, lo flipan y lo repiten hasta la extenuación con alevosía y premeditación para asustar aún más a su público.

Y mientras, muchas personas que se creen a pie juntillas lo que dicen los medios, muchas personas mayores y muchos jóvenes también, se quedan temerosos encerrados en sus casas no sea que les dé un golpe de calor en una de esas calles derretidas por el calor. Bienvenidos al fin del mundo.

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